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Calígula, uno de los emperadores romanos mas denostados por la historia, contribuyó en cierta forma a la evolución de la náutica construyendo naves que, por su opulencia, se asemejan a los cruceros de lujo de hoy en día. Durante su corto reinado marcado por la crueldad y el libertinaje, la autocomplacencia, opulencia y hedonismo, Calígula solía escapar, con sus colegas, del bullicio de la capital para entregarse a sus sádicas pasiones. El insano emperador desarrolló una extraña obsesión por el ritual sexual del culto a Diana culto que realizaba en el Lago Nemi durante sus temporadas de descanso. Su debilidad por el mar y las embarcaciones, junto con los ritos del lago, dieron nacimiento a verdaderos palacios flotantes en los que el emperador y su corte rendían culto a la diosa en desenfrenadas orgías. |
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El lago de Nemi, al sur de la la gran Roma, había sido un lugar enigmático desde tiempos remotos. Circulaban numerosos mitos y leyendas entre aquellas neblinosas colinas acerca del culto a Diana, divinidad de la Liga Latina que era adorada en las proximidades del tranquilo lago volcánico. Este, desde muy antiguo era conocido como “el espejo de Diana”, donde se practicaba el culto a la diosa asociado a sensuales rituales de iniciación y transformación. Según Suetonio, historiador romano posterior a Calígula, éste ordenó la construcción de dos enormes barcazas de recreo en su villa imperial del lago Nemi, hacia el año 37 de la era cristiana..
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Dos de estos barcos pueden ser incluídos aún hoy en día en la lista de los mas grandes y lujosos navíos de recreo. No fueron, en absoluto, barcos normales. El emperador los mandó construir por los mejores arquitectos e ingenieros romanos, en la forma mas suntuosa que el mundo antiguo hubiese visto, dotados de grandes columnas y suelos de mármol. También se usaron en ellos adelantos tecnológicos relevantes para la época, como por ejemplo un sistema propio de conducción de agua. |
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