La aventura del título es mas conocida históricamente como la expedición perdida de Franklin, un viaje fallido de exploración británica del Ártico, dirigido por el capitán sir John Franklin, que partió de Inglaterra en 1845. Era un oficial de la Armada Real y un experimentado explorador que ya había participado anteriormente en tres expediciones árticas, las dos últimas como comandante en jefe. Su cuarta y última expedición comenzó cuando ya tenía 59 años, y tenía como objetivo atravesar y explorar el último tramo del Paso del Noroeste, aún inexplorado.
La expedición se componía de dos barcos, el HMS Erebus y el HMS Terror, cada uno de los cuales había viajado a la Antártida con James Clark Ross. A Fitzjames se le dio el mando del Erebus, y a Crozier, que había mandado el Terror durante la expedición antártica de Ross en 1841-1844, se le nombró oficial ejecutivo y capitán del Terror. Franklin recibió el mando de la expedición el 7 de febrero de 1845, y sus instrucciones oficiales el 5 de mayo de 1845.​
A poco de iniciada la exploración las noticias acerca del progreso de la misma se hicieron escasas y finalmente nulas. Presionado por la esposa de Franklin y otros familiares de los desaparecidos, el Almirantazgo Británico inició en 1848 la búsqueda de la expedición perdida. Animadas en parte por la fama de Franklin - y en parte por la recompensa ofrecida por el Almirantazgo - muchas expediciones se lanzaron a su búsqueda, siendo así que durante cierto período de 1850 participaban en la búsqueda once buques británicos y dos estadounidenses.
Varios de estos buques convergieron en la costa este de la isla Beechey, donde se encontraron los primeros vestigios de la expedición, incluyendo las tumbas de tres tripulantes. En 1854, el explorador John Rae, que realizaba una exploración científica desde la costa ártica de Canadá al sureste de la isla del Rey Guillermo, pudo contactar con los inuis, que le refirieron algunas historias sobre los tripulantes de la expedición de Franklin y además le dieron algunos de sus objetos personales que aún conservaban. Una búsqueda dirigida por Francis Leopold McClintock en 1859 descubrió una nota en la isla del Rey Guillermo, que habían dejado allí con detalles sobre el destino de la expedición. La búsqueda continuó infructuosamente durante décadas.
Franklin y los 128 miembros de la tripulación murieron al quedar sus barcos atrapados en el hielo en el Estrecho Victoria, cerca de la Isla del Rey Guillermo, en el ártico canadiense. En 1981, un equipo de científicos dirigido por Owen Beattie - profesor de antropología en la Universidad de Alberta - comenzó una serie de estudios científicos de las tumbas, los cuerpos, y otras pruebas materiales dejadas por los miembros de la tripulación de Franklin en las islas de Beechey y del Rey Guillermo. Llegaron a la conclusión de que los miembros de la tripulación cuyos cuerpos habían sido enterrados en la isla de Beechey habrían muerto probablemente de neumonía y tuberculosis, aunque también señalaron la posibilidad de que hubiesen fallecido a causa de un envenenamiento con plomo, proveniente de las soldaduras de las latas de conservas.