Surge entonces la inevitable pregunta : En ocasión de los múltiples incendios de este verano, donde estaban los 130 aviones y los 80 pilotos de esta flota ?
A partir de la aprobación de la Ley Forestal, a principio de los 90, las distintas empresas civiles dedicadas a la fumigación iniciaron entrenamiento en el combate de incendios forestales. Trabajando en coordinación con la Dirección Nacional de Bombero y el Sistema Nacional de Emergencias y con el asesoramiento de técnicos canadienses, se realizaron cursos y prácticas de extinción que permitieron a los pilotos lograr su certificación como "Pilotos Bomberos".
Hoy en día, con la expansión de los cultivos de soja y trigo, existen en casi cualquier punto de la república diez o quince aviones disponibles con capacidad de utilizar una ruta nacional como pista de aterrizaje y abastecimiento de agua, volando en una cadena ininterrumpida para un firme atacque al eventual incendio.
Que es entonces lo que los mantiene en tierra ?
En una disposición insólita de las autoridades aeronáuticas, RAU 137, se modificó la Ley Forestal que permitía el uso de esta flota de aeronaves en el combate de incendios. Una operativa que ya había demostrado su efectividad en los mencionados incendios de 2005 y 2011 permaneció en tierra durante las múltiples emergencias que se presentaron en esta temporada. Al momento de escribir esta nota, vastas areas de nuestro país están afectadas por una sequía que no parece tener finalización inmediata, perdurando el riesgo de incendios.
Los incendios no distinguen entre plantíos comerciales, hechos por las grandes empresas celulósicas y el monte nativo, parte de nuestro patrimonio ecológico. Esas explotaciones tienen ventajas sobte el monte nativo o los pinares que hacen el gran atractivo de nuestra franja costera.
Los eucaliptus por su morfología tienen gran resistencia al fuego, y se regeneran rápido. En cambio, las especies nativas llevan años de crecimiento y la recuperación de un bosque nativo o de un pinar incendiado es muy lenta y difícil, casi imposible luego de un incendio. A su vez, en ellos medran aves y mamíferos que no pueden hacerlo en los bosques artificiales, pues son desplazados por especies mas habituadas al monte de plantación.
La disposición RAU 137 nos parece atentatoria contra el entorno natural y también contra la industria forestal con la que, a pesar de no estar de acuerdo desde el punto de vista ecológico, es una realidad innegable.
Que prime la cordura y se autorice a la flota civil de fumigadores a colaborar con Bomberos y Militares en el combate de los incendios forestales, cada vez mas frecuentes a causa del cambio climático.
** Agradecemos al Hermano Ricardo Figueredo Freire las imágenes que ilustran en esta nota la operativa de Bomberos, aeronaves y helicópteros.