A esa forma de viajar se la llamó ir a corso, o sea, "correr por el mar ". Los capitanes de tales barcos se llamaron corsarios.Cuando regresaban de sus correrías, entregaban el botín conquistado a su rey, y éste les cedía una parte. ¡Y todos contentos! El rey con sus riquezas, y el corsario con su parte del botín.Pero muy pronto, a algunos corsarios les resultó muy incómodo zarpar de puertos europeos, cruzar todo el Océano Atlántico, atacar las naves españolas y regresar nuevamente a Europa. ¡Uf! ¡Era mucho trabajo!
|
 |
|
|
Además, les caía de la patada dar una buena parte de lo conquistado al rey quien, al fin y al cabo, no se arriesgaba en el mar como lo hacían ellos. Decidieron entonces hacerse independientes, vender todo al que mejor pagara y refugiarse en Jamaica, donde vivían ya por aquel entonces algunos piratas. Y en la famosa isla de La Tortuga, donde había muchos más.
|
|
Así, al cabo de cierto tiempo, en ambas islas acabaron viviendo muchos corsarios y muchos bucaneros, a quienes se les daba este nombre porque antes de convertirse en piratas se habían dedicado a cazar animales, cuya carne preparaban de una manera especial que se llamaba bucan; y muchos filibusteros, palabra de origen holandés que significa "el que va a la captura del botín". Todos ellos, a pesar de tener nombres tan diferentes, estaban unidos por un oficio: la piratería.
|
 |
|
 |
En la isla de La Tortuga , todos esos piratas habían formado una república, a la que pusieron por nombre Cofradía de los Hermanos de la Costa. Los piratas vivían en aquella isla como querían, sin importarles si uno era inglés, el otro francés, o el de más allá holandés.Allí no había policías, ni jueces, ni cárceles.Cuando se producía un pleito entre los filibusteros, se retaban a duelo y se batían con espada o con cuchillo. Al que ganaba la lucha se le daba la razón y se acabó.
|
|
 |
|
|