El Exterminio No Importa
Desde hace unos veinte años los esquemas de explotación agrícola de nuestro país han sufrido un gran cambio. El vertiginoso alza de los precios de los granos, especialmente la soja, disparó un afán de lograr cosechas mucho mas abundantes que las producidas anteriormente.
El camino elegido y con los consejos de técnicos, contratados con ese propósito, consistió en el uso intensivo de fertilizantes para aumentar el rendimiento de los suelos y plaguicidas para "proteger" las cosechas de insectos y/o hierbas que las amenzasen.
Es así que la fabricación local de fertilizantes y las importaciones de pesticidas se multiplicaron por diez durante ese período. Esto, desde ya sometió a una gran presión a los suelos, el equilibrio ecológico de los campos y a los recursos hídricos de nuestro país.
Los organismos estatales, responsables de la reglamentación y control de su uso, quizás estén desbordados, con falta de recursos o quizás bajo la misma presión del lobby agroexplotador. Lo que sí es evidente es que existe una acción netamente superficial sin ninguna consecuencia para quienes abusan de esa lasitud.
La química agraria ha arrasado con centenares de especies imprescindibles para el equilibrio ecológico y hasta con aquellas de las que depende nuestra propia alimentación. Pêsticidas prohibidos en Europa son importados a Uruguay como panaceas y hasta se escucha por radio propalar sus virtudes mortales para algunas especies, chinches, bichos bolita, lagarta etc.
En esta lucha desigual, contra especies sorprendidas sin capacidad de adaptación, han caído indiscriminadamente, además de los supuestamente perjudiciales para las cosechas, especies de plantas y animales tan necesarios como ellos para nuestra supervivencia. Tal el caso de las abejas, polinizadores indispensables de la mayoría de los vegetales de los que nos alimentamos. Las aves y pequeños mamíferos cuya alimentación dependía de esas especies han mermado o desaparecido por hambre y toxicidad de su alimento. Nosotros mismos, seres humanos, hemos sido contaminados en sangre por residuos de esos productos. Ha disminuido la fertilidad de hombres y animales y en las noches de verano se nota la ausencia de grillos y luciérnagas.
Tal el destino al que nos ha arrastrado la codicia y la irresponsabilidad de técnicos y gobernantes con relación a la importancia del equilibrio ecológico. VIVA LA PEPA...!!!