El barco que le fuese asignado por la fundación Chesapeake Region Accessible Boating fue un Albin Vega de 27 pies, eslora reducida para tamaña aventura. Matt ni siquiera podía estar en pie en el interior. Muchos navegantes, de mas experiencia que Matt, estaban convencidos de que ese barco no estaría a la altura del desafío planteado. No contaban su la determinación y coraje para llevar adelante la empresa.
Al final, nada pudo contra Matt ni contra su barco de 30 años, el St. Brendan. Esquivando cargueros para quienes era invisible, disparando al aire para que pescadores borrachos respetaran su rumbo...Aún así, tormentas, icebergs, rayos y truenos no fueron capaces de detener la determinación del navegante. Un cruce del Cabo de Hornos para un marino con experiencia tan reducida como la de Matt no debe haber sido algo fácil. Navegantes experimentados en barcos mucho mas modernos y equipados que el St.Brendan han debido renunciar a vencer las agitadas aguas de encentro de los océanos Pacífico y Atlántico. Ya de regreso, varias cosas llamaron la atención : Cómo pudo navegar con pérdidas en su tanque de diesel ? Cómo se las arregñó para reparar roturas de jarcia con los limitados medios con los que contaba a bordo ? Una sola respuesta, coraje y perseverancia.
Su recaudación benéfica de fondos de fondos no resultó tan productiva como pensó en un principio. Hasta la última semana apenas había logrado reuniur US$ 70.000.oo, 8.000 de los cuales necesitó utilizar para reabastecimiento ya que sin eso no hubiese podido completar su misión. De todas maneras llamó mucho la atención hacia la institución que auspició su travesía.Una anécdota curiosa de su viaje fue el encuentro con un barco abandonado. Matt se decidió a abordarlo con temor se lo que podía encontrar a bordo, quizás cuerpos de tripulantes o algo así. Se trataba del Wolfhound del Yacht Club Irlandés.
La recepción a su regreso a Annapolis fue como la que se brinda a los héroes. Banda de música, flores, autoridades de la ciudad, besos y aplausos. Nada de esto habían sido parte de sus amargos días de juventud. El St.Brendan fue sin dudas el mejor testimonio de la triunfal batalla que barco y hombre libraron contra la naturaleza y contra sus propios demonios, demostrando una vez mas que la voluntad humana es capaz de superar obstáculos y vicisitudes sin perder jamás el norte de sus propósitos.